La investigación aplicada es una de las muestras más tangibles de la utilidad que ofrece la ciencia básica para satisfacer las necesidades de confort y seguridad de los usuarios.
Esta nueva tendencia en la actividad productiva telar que reúne ciencia, tecnología y moda, aplicadas a la búsqueda de nuevas estrategias para prevenir la expansión del dengue.
La técnica empleada para la microencapsulación consiste en el recubrimiento de una determinada sustancia en forma de partícula sólida o glóbulos líquidos (gotas), con diferentes tipos de materiales, formando microesferas o microcápsulas. Esta es una técnica utilizada especialmente para aumentar la estabilidad de materiales susceptibles como los aceites esenciales, y proteger los agentes funcionales de la humedad, la luz y/o el oxígeno. Las cápsulas, que pueden contener en su interior colorantes, enzimas, suavizantes, fragancias, aceites esenciales, repelentes de insectos, agentes antimicrobianos o desodorantes, se fijan a los textiles.
Telas con efecto repelente
Es lo más reciente desarrollado para textiles, con tecnología capaz de repeler a los hoy tan temidos mosquitos. Se trata de una noticia muy alentadora en estos días de epidemias tan comunes como el dengue, zika y la chikunguña.
A nivel mundial hay investigaciones para desarrollar textiles inteligentes, a partir de sustancias de baja toxicidad y con resultados a prueba de picaduras. Son telas con tecnología capaz de repeler mosquitos y evitar la transmisión de diversas enfermedades.
Los trabajos avanzan con herramientas nanotecnológicas. El objetivo, lograr un textil que repela al mosquito "aedes aegypti" (entre otros varios), transmisor del virus del dengue, y también al flebotomo leishmaniasis, responsable de la propagación de las enfermedades conocidas como huérfanas, endémicas en regiones tropicales.
Se trabaja con el encapsulado del repelente y la adherencia de esas microcápsulas a las telas con la intención de hacerlas resistentes al uso y a los lavados domésticos. Para la impregnación de las sustancias en sustratos textiles se utiliza un equipo llamado Foulard.
El método comenzó con la impregnación de redes de poliéster con insecticidas sintéticos, como la permetrina. Pero el desafío mayor consistió en reemplazar estos insecticidas por sustancias de menor toxicidad, que hasta incluso pudieran llegar a ser aplicadas por el mismo usuario, como el CitriodiolR (CIT), uno de los bioinsecticidas aprobados por la Organización Mundial de la Salud, registrado en Estados Unidos y Europa. El CitriodiolR resulta de una mezcla de sustancias derivadas de una especie de eucaliptus, con una eficacia mayor al aceite de citronella. Aunque su mayor problema es la alta volatilidad que limita su poder residual como repelente, y por lo tanto su capacidad de permanecer en los textiles.
No obstante, el proyecto logró modular su liberación en el tiempo dando así lugar a textiles funcionales. En las investigaciones de laboratorio se observó efectivamente que los tejidos tratados presentaban una repelencia mayor al 80% durante 20 días. Sin embargo, aún no se comprobó la permanencia después de los lavados.
"La aplicación en indumentaria dependerá de cómo se comporten los tejidos frente a los lavados; lo que no fue evaluado aún. Pero en el corto plazo el objetivo es lograr una mayor eficacia y durabilidad; las telas funcionales ya están en camino", explican los investigadores.
A futuro se busca lograr una mayor eficacia y durabilidad; pero las telas funcionales e inteligentes ya están en camino.
> Por Alex Prestigo.
0 comentarios